Dos semanas después de la colocación de los nuevos dispositivos de grabación, los vecinos aplauden la medida pero la consideran insuficiente y piden más policía
http://www.abc.es/20100704/comunidad-catalunya/camaras-ciutat-vella-solo-20100704.html
Es cerca del medio día y la calle Avinyó está repleta de turistas que aprovechan el buen tiempo para pasear por el Gótico. Se ven gafas de sol, sandalias multicolores y ese paseo distraído que caracteriza al que no está por iniciar la jornada laboral. Dos chicas asiáticas toman fotos de la calle Comtessa de Sobradiel, mientras son observadas por otras mujeres que no tienen pinta precisamente de ir de turisteo. En esa esquina, las observan también las nuevas cámaras de vigilancia que colocó el Ayuntamiento a lo largo del mes de junio.
Las carteristas lo saben, por eso ahí solamente observan. Al llegar al carrer de Milans, las turistas giran a la izquierda. Se distraen observando los viejos edificios, mientras las otras aprovechan para deslizar sus manos dentro de los bolsos de las viajeras. Pero una se da cuenta y grita, provocando la huída de las carteristas. No hubo «suerte» esta vez. «Lo que los chorizos no hacen aquí, lo harán a la vuelta. Tendrían que cablear toda Barcelona para disuadirlos», dice Luis Rodero, dueño de un estanco en Comtessa de Sobradiel.
La disposición de 16 nuevas cámaras de videovigilancia —que todavía no funcionan pero a priori sí cumplen con su función disuasoria— no ha erradicado la delincuencias en Ciutat Vella, sólo la ha desplazado una o dos calles más adentro. En el caso de la esquina de Comtessa de Sobradiel y Avinyó, los lateros y camellos se han mudado a otras vías como Milans, Ataülf y Carabassa. El contacto sigue haciéndose en el mismo sitio que antes, pero el hurto o la transacción, en el caso del trapicheo, se realiza fuera del alcance de los ojos electrónicos dispuestos por el Ayuntamiento en los cruces «conflictivos».
Desde el Consistorio se señala que aún es prematuro para saber si efectivamente se ha producido un desplazamiento de la delincuencia. Sin embargo, los vecinos sostienen lo contrario. «Ha sido automático. Colocaron las cámaras en Avinyó, y al día siguiente vendían droga en nuestra calle. Lo de las cámaras está bien, pero la solución pasa por que haya más policía a pie», sostiene Ana Paula Tovar, una estudiante instalada en un piso en la calle Ataülf.
Han pasado 15 días desde que se inició la colocación de las 16 cámaras, que se suman a las que ya existían en la plaza de George Orwell, las cuales fueron colocadas en el 2001. Los nuevos dispositivos se ubican en la esquina de Comtessa de Sobradiel con Avinyó; así como en Ferran con Rauric, además de en la Plaza del Teatre, en las Ramblas. A la vez, se dispusieron más cámaras en el Raval, en la calle Robador con Hospital; en el Pla de la Boquería y en el Portal de la Pau. También se colocaron algunas en la Rambla de Canaletas y en Pelayo, en su tramo más próximo a plaza Catalunya. La construcción, suministro, ejecución de las obras e integración de la señal a la sala conjunta de la policía de las cámaras dispuestas, únicamente las ubicadas en los distintos puntos de las Ramblas, tuvo un coste para el erario de 170.000 euros.
Como una ironía de la vida, las primeras cámaras de videovigilancia que se colocaron en Barcelona se dispusieron en la plaza de George Orwell. Esta plaza toma su nombre del autor del libro «1984». En esa historia sobresale la figura del Gran Hermano, que posee la capacidad de observar todo lo que hacen sus súbditos, los habitantes de Oceanía, lugar donde se desarrolla la novela. Como en la historia de Orwell, la gente que ha pasado por la plaza que lleva su nombre es observada desde el 2001. En el Ayuntamiento se afirma que la valoración en general del funcionamiento de las cámaras ha sido positivo y que ha ayudado a mejorar la seguridad, a disuadir a los delincuentes y a brindar una sensación de tranquilidad a los vecinos, aunque no cuentan con datos específicos de cuánto han disminuido las denuncias por hurto o narcomenudeo en esas zonas concretas. Quienes dudan de la eficacia de estos dispositivos apuntan a que la disminución de las denuncias en el Gótico sur también podría deberse a otras razones como la mejorado relativa de la zona gracias a cierta reactivación comercial que ha supuesto el tráfico de turistas.
«Siento el mismo miedo»
«Yo llevo aquí 43 años y siento el mismo miedo con cámaras o sin ellas. En la plaza de George Orwell sigue habiendo de todo, y ahí las cámaras llevan años. Aquí sigue habiendo hurtos a plena luz del día», explica con enfado no disimulado Consuelo Barcena, dueña de una papelería ubicada en el cruce Escudellers/Avinyó.
Antes, los que se quejaban y lograron con su presión la instalación de cámaras eran los comerciantes de los cruces «conflictivos»; ahora, con el desplazamiento de la delincuencia que se ha generado, lo harán los de las calles aledañas. «Simplemente se han movido de sitio, tendrían que gastar un pastón en cámaras para que algo cambie», comenta Luis Rodero. Aún así, el Ayuntamiento defiende su eficacia, a pesar de que los robos a los clientes de los comercios de George Orwell y el «botellón» nocturno sigan siendo el pan de cada día.
«Yo cuando veo que están robando, prefiero no decir nada, porque los ladrones saben que siempre estoy aquí y las cámaras no me enfocan», dice Barcena. El local de esta comerciante, a pesar de estar ubicado en una de las esquinas en donde se dispusieron las nuevas cámaras, paradójicamente se encuentra fuera del alcance de las mismas. «Como no pasen más policías por aquí, no dejaré de sentir miedo».
Novas da Prensa - ABC: Las cámaras de Ciutat Vella sólo consiguen desplazar la delincuencia
Written By Movemento polos Dereitos Civís on 4/7/10 | 17:42
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